lunes, 25 de abril de 2011

¿Sueño o realidad?

Viernes 17 de Septiembre de 2010.

12:18 h.

Una extraña bruma y un incesante silencio acompañan nuestro lento paseo por las calles de Navalmoral. Tan solo nuestra presencia junto al ruido del motor de la furgoneta rompen la monotonía del escalofriante silencio.

Ardo conduce lenta y cautelosamente la furgoneta, sin apenas ver más de dos metros por delante. Mientras Antonio y yo con sendos cañones de escopetas asomados por las ventanillas, protegemos el avance cual convoy en plena guerra se tratase.

No hay nada, no hay nadie. Ni tan siquiera cuerpos maltrechos esparcidos por los suelos. Todo lo que nos rodea, me resulta extrañamente familiar despertándome una sensación de alerta máxima.

Con un avance lento, lento, lento, cual procesión de semana santa, llegamos hasta una plaza donde mas allá de la misma y ante nosotros, se impone la regia y sombría construcción de un hospital. Hospital que aviva mis recuerdos y recrudece mis temores haciéndome recordar el sueños de la noche anterior.

Ardo detiene la furgoneta y Antonio se dispone a bajar. Yo, apresuradamente y tras salir de mi estado de trance, agarro el brazo de Antonio con intención de evitar su bajada.

Es necesario, me comenta tras fijar su mirada en mis ojos.

Necesitamos las medicinas que pueda haber dentro, no sabemos que es lo que va a pasar de aquí en adelante. La palmada que Antonio propina en mi hombro no causa el efecto tranquilizador para el cual estaba destinada.

Pensándolo fríamente, quizás no sea mas que una mera coincidencia. Pero desde luego este edificio es exactamente igual, y yo, no recuerdo haber estado en carne y hueso jamás aquí.

Los tres avanzamos hasta la puerta de entrada de la fachada principal.
¡Dios! ¡Las puertas! No puede ser.

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