viernes, 8 de octubre de 2010

El sabor de la sangre II.

Miércoles 1 de Septiembre de 2010.

01:32 h.

El sabor de la sangre II.
Tras partir a pie hacia “Serrejón” y permanecer unas horas caminando, escuché unos alaridos tan desgarradores, que permanecerán en mi cabeza durante el resto de mí vida. Fue lo único que en ese momento conseguiría detener nuestra huida.

Desenfundé mi cuchillo lentamente de su funda de cuero mecánicamente fabricada en cadena. Y con Susana tras de mi agarrada a mi camiseta, avancé muy despacio hacia el lugar de donde provenían tan angustiosos sonidos.

Después de caminar por la maleza y atravesar un par de densas retamas, pudimos ver la figura de un hombre que nos daba la espalda. Postrado en el suelo y de rodillas, parecía lamentarse de algo entre gritos y alaridos.

Antes de poder detener nuestro paso. La madre naturaleza nos negó su refugio. Y a causa de haber pisado una pequeña y seca rama de árbol que inmediatamente estalló bajo mi pié, hizo que aquel extraño hombre girara la mitad de su cuerpo para observar a quienes habían osado interrumpir su extraño ritual.

No podía creerlo. Era imposible. Se trataba de Roberto, pero… Estaba algo distinto. Su expresión parecía muy violenta, aumentando aún mas al ver como los dos estábamos frente a él, mirándole.

Intenté llamarle en varias ocasiones con la esperanza de que reaccionara. Pero fue inútil. Roberto estaba fuera de sí, parecía un animal con instintos primarios. Estaba irreconocible, litros de sangre empapaban toda su ropa y parecía como si hubiera estado dándose un festín caníbal. No se que se habría comido, pero prefiero no pensar en lo que se me está pasando por la mente.

Como loco que escapa de su manicomio, inició una apresurada carrera hacia nosotros entre gritos y gruñidos. Yo, con mas miedo que vergüenza, reculé hacia atrás, sin percatarme de que Susana estaba allí. Tropecé con ella y los dos caímos al suelo justo en el momento en el que se abalanzaba sobre nosotros.

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