viernes, 8 de octubre de 2010

¡Eureka!

Martes 14 de Septiembre de 2010.

13:10 h.

¡Eureka!
Oteando los tejados de las casa colindantes a la mía, he visto una chimenea de unos 90 cm de alto. La chimenea es un tubo de chapa con un sombrerete en forma de cono. Con mucho cuidado he ido saltando de tejado en tejado hasta llegar al de la chimenea, algunas tejas han quedado algo maltrechas a mi paso.

Examinando la chimenea con mas detenimiento he visto que llevaba una abrazadera en la parte central consolidando la unión entre las dos partes en las que está dividida. He pensado que si consiguiera quitarla podría servirme como tirolina improvisada y además la propia chimenea me serviría para levantar aún mas la altura del cable. La abrazadera está apretada con un gran tornillo plano y yo no voy provisto de ninguna herramienta para poder hacerlo girar.

¿Quién dijo que el dinero solo sirve para gastarlo? Aquella vendita moneda de 50 céntimos se dibujó en mi cabeza repentinamente. Busqué en mis bolsillos hasta hallarla, e introduciendo su canto en la ranura del tornillo, pude comprobar que encajaba perfectamente. No todo iba a salirme mal, pensé al tiempo que giraba la moneda y el tornillo cedía.

Guardé el destornillador improvisado nuevamente en el bolsillo y retome el camino hasta mi tejado con la arandela y la mitad de la chimenea en mi poder. Lo siguiente fue sencillo.

Tiré del cable de la fachada con cuidado de no electrocutarme, logrando así desengancharlo de al menos tres de sus anclajes de la pared. Después abrí un poco mas la abrazadera para hacer que el cable la atravesara, y volví a colocarle el tornillo dándole un par de vueltas con los dedos.

Una vez hecho esto, estaba a punto de finalizar con éxito mi experimento. Enganché el llavero a la arandela improvisada y anudando el cable al extremo mas alto de la chimenea, conseguí hacer que la tirolina “casera” comenzase a deslizarse hacia el balcón de la tienda en el momento en que levanté la chimenea por encima de mi cabeza.

Previamente había estado gritándole el plan a Susana, la cual esperaba ansiosamente las llaves del vehiculo desde el balcón de enfrente.

Espero que todo vaya bien y a Susana no le ocurra nada cuando suba al coche y venga a por mí.

Las llaves estuvieron en su poder en apenas unos segundo tras acabar con éxito la primera parte de nuestro nuevo plan. Ella bajó de la primera planta hasta llegar al escaparate. Yo desde aquí permanecía nervioso como espectador de la película.

Susana salió con mucho sigilo y sin que nadie se percatara de su presencia, pudo llegar hasta el coche. Metió las llaves en la cerradura, las giró y… ¡Eureka!
Los seguros se abrieron dejándola vía libre para poder meterse dentro. Metió la llave del contacto y girándola de nuevo…

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