viernes, 8 de octubre de 2010

Una llamada inesperada.

Jueves 9 de Septiembre de 2010.

Una llamada inesperada me despertó esta madrugada a las 06:15 h del hotel de “Navalmoral” en el que me hospedo hasta que mi sobrina mejore. Era Alfonso contándome que había recibido una mala noticia de su familia. Le habían pedido que por favor fuera lo más rápido posible a ver a su madre. Por lo visto había enfermado repentinamente.

Ahora tengo preocupación por partida doble.
De todas formas no había podido dormir demasiado esta noche. Entre la pesadilla que tuve y la noche movida para alguno de los inquilinos, no había quién pegara ojo.

Los de arriba han estado toda la noche dando golpes y moviéndose por toda la habitación. Y algunos otros han debido de regresar algo perjudicados después de alguna juerga desenfrenada.

Soñé que me encontraba en algún extraño sitio donde no había nada. Estaba sola y un desesperanzador silencio inundaba el espacio. Todo era de color blanco, apenas miraba el horizonte veía todo blanco. Ni paredes, ni cielo, ni nada. Tan solo sabía que había suelo porque podía caminar pisándolo bajo mis pies. Empezaba a perder la concepción del tiempo-espacio justo cuando me desperté a causa de los ruidos.

Cada vez que conseguía cerrar los ojos había algún gilipollas con ganas de hacerse sentir.

Voy a terminar de vestirme para bajar a desayunar cuanto antes. Después iré a ver a mí sobrina al hospital, que está a dos manzanas de aquí. Pararé en una juguetería que vi ayer en esta misma calle, para comprarle una muñeca bebé. Estoy segura de que le haría mucha ilusión. Cuando despierte y pueda verla, esbozará una espontánea sonrisa en su cara.

No he de olvidarme de echar gasolina al coche e ir a casa a por mas ropa, aún no se los días que voy a tener que estar aquí. Confiemos que sean pocos.
Lo dicho, ¡A desayunar!

No hay comentarios:

Publicar un comentario